No seáis jóvenes sillón!!!

Hola a todos!

 La JMJ ha terminado y ya estamos camino de Vitoria. Si Dios quiere, esta noche llegaremos a casa. Estamos muy cansados por todo el trajín de los últimos días, pero muy contentos por todo lo vivido.

Pero volvamos a donde lo dejamos en la última crónica.

El sábado por la mañana nos tocaba despedirnos de las  familias que tan generosamente nos habían acogido en sus casas. Esta hospitalidad, tanto en Grojec como en Siewierz y Brudzowice, ha sido una de las cosas que más nos han marcado durante estos días. 

La mejor manera que teníamos para despedirnos de ellos fue juntarnos en la iglesia del pueblo.

 Allí celebramos una Eucaristía de despedida y acción de gracias por todo lo compartido.

 Nos dieron unos recuerdos y, al final de la misa, tuvimos tiempo para expresarles nuestro agradecimiento de todo corazón.

 En este momento empezaba la gran aventura de llegar al Campo de la Misericordia, donde tendrían lugar los dos últimos actos centrales con el Papa.

 Cuando hablamos de aventura, nos referimos a que teníamos que llegar al mismo lugar que intentaban alcanzar a la vez unos 2 millones de personas. Os podéis imaginar el lío de tráfico, calles cortadas, atascos… Gracias a las peripecias de José, nuestro chófer, conseguimos llegar, por carreteras comarcales a un punto a 5 kilómetros a pie del Campus. Hacía mucho calor y nos cruzábamos con miles y miles de peregrinos de todos los países, buscando su sector en el Campo de la Misericordia. 

Pero era realmente emocionante ver cómo los vecinos de los pueblitos que atravesábamos nos echaban agua con mangueras o nos ofrecían agua fresca para beber. Y todos, nos saludaban y nos animaban a seguir caminando.

Por fin, llegamos al sector A5, que nos había sido adjudicado. Lo primero que hicimos fue organizar el campamento, ya que allí deberíamos pasar la noche.

Hay que decir que estas primeras horas allí fueron un poco caóticas ya que la distribución de las bolsas de comida no estaba bien organizada. Unos cuantos fuimos a buscarlas, tuvimos que hacer una cola enorme, pero cuando llegamos ya se habían acabado, así que nuestro gozo en un pozo. Pero en estos momentos es cuando sale el espíritu de grupo y, emulando la multiplicación de panes y peces, pusimos en común lo que cada uno teníamos y así pudimos llevarnos algo a la boca. Posteriormente, unos valientes del grupo anduvieron una larga caminata y nos trajeron las ansiadas bolsas de comida.  
Mientras tanto, en el Campus, cientos de miles de personas esperábamos la llegada del Papa. Unos charlaban, otros cantaban, otros dormían e, incluso, había los que celebraron una misa campera.

 

Pasadas las 19, llegó Francisco. Me imagino que la panorámica que tenía que ver desde el altar tendría que ser extraordinaria, cientos de miles de jóvenes apostando por Jesús.

En la vigilia, primero oímos los testimonios de tres jóvenes. Una chica polaca afectada por la soledad y el vacío interior. Una chica Siria de Alepo que nos contó de una forma desgarradora cómo es la vida allí para los cristianos y recordó a varios de sus amigos que fueron asesinados. Y, por último, un joven paraguayo que había caído en las fauces de la droga y que, más tarde, dio con sus huesos en chirona. Tres vidas que nos interpelan y nos hacen salir de nuestras burbujas de comodidad y seguridades. Posteriormente, vino el turno del mensaje del Papa. Os aconsejamos que busquéis en internet su discurso y lo saboreeis. 

El Papa dejó un mensaje claro para los jóvenes: «No seáis jóvenes sillón, adormecidos, atontados!  Muchos os quieren así, pero debéis luchar por vuestra libertad, por dejar vuestras huella. 

Y frente a este mundo de guerra y violencia, nuestra respuesta debe ser la fraternidad.

Dios quiere algo de ti, espera tu respuesta. Te atreves a ser libre?

Con este reto lanzado al aire, pasamos a la siguiente parte del acto: la adoración del Santísimo. Fue impresionante ver cómo se hacía el silencio y, con una maravillosa puesta de sol, posteriormente realzada con miles de velas, rezar y dar gracias por todo lo vivido estos días.
Nos consta que para muchos de los jóvenes, fue un intenso momento de cercanía con Jesús. Esperemos que den fruto de compromiso cristiano en sus vidas diarias en Vitoria.

Y ya, después, una vez acabada la vigilia, casa uno a pasar la noche como pudo. Unos cuantos a dormir directamente, otros a hacer corrillos donde charlar y bromear.

Los hubo que, aprovechando el sueño de los otros, aprovecharon para pintarles la cara con rotulador. Hasta nuestro obispo estaba a las 5 de la mañana haciendo travesuras, pintando la cara de los chavales…

Durante la noche tuvimos buen tiempo, así que con el saco y la esterilla pudimos dormir unas cuantas horas.
 Nos despertamos pronto con un sol abrasador. Por suerte, nos distribuían agua que nos sirvió para hidratarnos y para echarnos por encima.

Así fue como celebramos la Eucaristía final con el Papa, achicharrados de calor. Con el fragmento del Evangelio de Zaqueo, nos advirtió de las tres tentaciones que tuvo Zaqueo y se pueden repetir: la baja autoestima, el miedo a lo que dirán de mí y el no aceptar a Jesús en nuestra casa
Con el anuncio de la próxima JMJ en 2019 en Panamá, terminamos nuestros actos en Cracovia. 

Pero todavía nos faltaba la odisea de salir del campo de la misericordia. Imaginaos a 2 millones de personas intentando abandonar un inmenso descampado, sin trasporte público cercano…

Ríos de personas caminando nos dirigiamos hacia la civilización cuando el cielo empezó a oscurecer y a tronar. Y nos cayó la inmensa tronba de agua. Estos momentos trajeron a nuestra mente las imágenes bien recientes de los refugiados , con niños y ancianos huyendo de la guerra intentando llegar a una tierra más segura para ellos. Tanto en verano como en invierno, lloviendo o nevando…
 Tras más de dos horas caminando, llegamos a la parada del tranvía. Otra odisea conseguir entrar en ellos. Miles de personas queriendo subirse y mucho descontrol. Hacinamiento, averías…Y para colmo, de nuevo, tormenta con viento y tromba de agua… Fue un poco caos, pero gracias a Dios, no nos perdimos y, muy cansados, eso sí, alcanzamos nuestro autobús a las 19h.

 Todos subimos al bus como si de un hotel de cinco estrellas se tratara. No hace falta decir que caímos fulminados en brazos de Morfeo en cuestión de minutos. 

Y así fue nuestra despedida de Cracovia, un poco caótica, pero con nuestra mochila llena de recuerdos, de nuevas amistades, de experiencias de Dios, de agradecimientos y, sobre todo, con ganas de que esto no se quede aquí sino que seamos capaces de llevarlo a Vitoria y transmitirlo a nuestros amigos 
La noche la pasamos en ruta, durmiendo como marmotas.
El retraso que acumulamos en nuestra caótica salida de Cracovia hizo que llegáramos a Lyon bastante más tarde de lo pensado. Llegamos ayer a las 20h así que justo nos dio tiempo para acercarnos al centro y ver algunos sitios importantes de la ciudad. 

Hay que resaltar que para el grupo se San Viator y Corazonistas, es una ciudad llena de recuerdos ya que están ligadas a los fundadores de ambas congregaciones: Louis de Querbes y Andrè Coindre. De hecho, nos hemos alojado en la casa madre de los Corazonistas.
Visitamos la plaza del Ayuntamiento, la Iglesia de San Nizier, la Catedral y la Vieja Lyon antes de volver al colegio para dormir.

Esta mañana, antes de salir hacia Vitoria, a modo de despedida y de envío a nuestras casas, hemos visitado el Santuario de Notre Dame de Fourviere, patrona de Lyon. Allí se fundaron los Hermanos del Sagrado Corazón y eran enviados a las misiones extranjeras los Clérigos de San Viator.
Allí hemos rezado por todos los que os habéis quedado en Vitoria y hemos dado gracias por todos los buenos momentos vividos en esta peregrinación.

Dentro de unas horas llegaremos a casa. Volvemos con las baterías recargadas y con ganas de transmitiros esa energía a los que os queremos. Ha valido la pena y mucho. Estamos muy contentos de habernos embarcado en esta aventura.

Sólo nos queda agradecer a los que han hecho posible esta peregrinación.
Gracias a los chóferes, especialmente a José por habernos llevado sanos y salvos y por aguantar a esta «granja» tan especial.
Gracias a los monitores que han preparado con cariño y han hecho posible que vivamos sin problemas esta aventura.

 Más JJ que sacó la foto…

Gracias a Juan Carlos, nuestro obispo, por haber apostado por venir con nosotros. Por su cercanía y por ser un pastor que huele a oveja. Hemos sido unos privilegiados por tenerle con nosotros.
Y el agradecimiento más especial va para todos los jóvenes que han formado parte de la expedición. Gracias por vuestra apuesta por Jesús y el Evangelio. Sois el futuro de nuestra Iglesia. Mucho ánimo

Deja un comentario