Tras los pasos de Juan Pablo II

Hola a todos!

 El tiempo pasa volando y ya estamos sumergidos de lleno en los días centrales de la JMJ.

Ayer amanecimos  con la tranquilidad rural del pueblito de Grojec, aunque para algunos, esa realidad tomaba forma con algún gallo cantando el kikiriki debajo de su ventana…

Comenzamos el día poniéndonos bajo la protección de los santos patronos de la JMJ: San Juan Pablo II y Santa Faustina, junto a algunas familias que nos acogen, en la moderna iglesia del pueblo.

 Y rápidamente, nos pusimos en marcha rumbo a Wadowice, ciudad natal de Karol Wojtyla, al que luego todo el mundo le conocería como Juan Pablo II.

Wadowice estaba tomado por los peregrinos. Todos queríamos visitar los lugares que marcaron la infancia del pequeño Lolek (como le llamaban cariñosamente). Así, en la plaza mayor, vimos su casa natal.

 Y en la iglesia, justo al lado de su casa, pudimos ver y rezar junto a la pila bautismal en la que fue bautizado.

 

 Tras esta visita, fuimos a uno de los lugares que marcó más la vida del pequeño Karol. 

Cuando tenía 4 años, se murió su madre. Entonces, su padre, le llevó al Santuario Mariano de Kalwaria Zebrzydowska y ante el icono de la Virgen le dijo: «a partir de ahora Ella es tu madre». 

 

Esas palabras marcaron a Karol y de ahí se deriva su gran fervor a María. En su escudo episcopal su lema «Totus Tuus» demuestra su entrega a Nuestra Madre. Allí rezamos por toda la Diócesis de Vitoria y muy especialmente por todas las madres.

Por la tarde, teníamos el primer acto multitudinario en Cracovia: la misa inaugural de bienvenida a los peregrinos por parte del cardenal de Cracovia. 

 

Es impresionante ver a tantísima gente reunida, formando un tapiz multicolor de banderas. Y, sobre todo, emociona saber que esos cientos de miles de personas, estábamos convocados para celebrar el encuentro con Jesús. Para decir que, a pesar de todas nuestras dudas, incoherencias, fallos… queremos seguirle y que su estilo de vida nos atrae.

Antes de la misa, nos cayó un chaparrón, pero eso no nos amedrentó y junto con peregrinos de todo el mundo, dimos gracias a Dios por estos días.

Hubo momentos muy bonitos, como el Evangelio cantado según el rito oriental bizantino. Y la apoteosis vino con el canto, del ya casi oficial himno de la juventud católica «Jesuschrist you are my life». Se nos puso la carne de gallina al cantar todos juntos, con las banderas ondeando, esta canción que une a todos los pueblos.

La vuelta a Grojec fue un poco lenta. Primero tuvimos que hacer una cola enorme ya que todos queríamos coger el tren a la vez. Cuando conseguimos entrar, parecía que íbamos a pedales… El caso es que a algunos el cansancio les pasó factura, ya que no llegamos al pueblo hasta pasadas la 1.

 Adivináis quién está dormido debajo del sombrero?

 

Ya veis que exprimimos el día hasta el máximo. Terminamos muy cansados pero contentos con todas las experiencias vividas.

 Un abrazo muy fuerte

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